En la constelación de Cygnus, Hugo Félix Mercado

por Alejandro Alonso
Hace más de una década tuve la oportunidad de ascender a la Sierra Negra, a un costado del Citlaltépetl, para grabar una pieza documental sobre el Gran Telescopio Milimétrico, GTM, aquel que está destinado para explorar los confines del universo. A la antena que posiciona al inmueble como un referente en América Latina, la sustenta una suerte de mausoleo destinado para la investigación astronómica. Pasé una noche de frío intenso ligando historias sobre el universo. Tanto el sitio como su ubicación me parecieron dignos para construir una ficción. Transcurrieron los años y la buena fortuna me puso en la órbita de Cygnus (México, 2018), filme pionero en México en cuanto a la simbiosis entre ciencia y ficción. El director y responsable de tal empresa es Hugo Félix Mercado México, 1975).

En suma, considero a esta obra en la frontera del tratamiento de contenidos científicos en formatos audiovisuales, específicamente cine, con todos los riesgos que conlleva. En principio porque no hay una tradición o escuela sobre este género, en México. Es una especie de bala que se mantiene como un referente de las posibilidades que pueden lograrse a partir del dato y la investigación, si es que a alguien se le ocurre despojarse de los convencionalismos del formato documental. La historia de Cygnus ocurre, precisamente, en el Gran Telescopio Milimétrico.
Aunque en décadas recientes el cine mexicano es una industria que ha logrado un respiro en el mercado comercial, de entrada, trazar un filme con elementos científicos (el caso de la astronomía) es una empresa con múltiples retos a resolver. Hugo Félix Mercado lo logró con una obra que ha sido galardonada a nivel mundial.
“Cygnus es mi ópera prima. Soy egresado de la carrera de cine de la Universidad del Cine AMCI, donde tengo una especialidad en Dirección; he sido director, productor y editor, con experiencia en todas las áreas de la producción audiovisual. Fundé el Instituto de Artes Cinematográficas “La Cuarta Pared”, donde imparto cursos y talleres relacionados con el mundo del cine; a su vez trabajo en Elemento Producciones, una casa productora aplicada a video corporativo, cortos y largo metrajes, documentales, series, videoclips y publicidad”.
«Estudié Ingeniería en Computación en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero cuando reparé que me la pasaba más viendo películas, me dije `algo hay que cambiar aquí´. Entonces me enfoqué a lo mío”.
Hugo Félix Mercado
El detalle biográfico de Hugo Félix Mercado es que su familia bien pudo encaminarlo hacia la vocación científica, pero le ganó el aliento cinematográfico.
“Formo parte de una familia de cuatro hijos. Mis padres no tenían que ver con el mundo artístico. Ambos son químicos de profesión. Claro está que íbamos a conciertos y al cine, pero confieso que de joven no tenía el hábito por la lectura. En cambio, me atraían las películas de ciencia ficción como Encuentros cercanos del tercer tipo o ET. Durante mi adolescencia, me di cuenta que era bueno para la física y las matemáticas. Estudié Ingeniería en Computación en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero cuando reparé que me la pasaba más viendo películas, me dije `algo hay que cambiar aquí´. Entonces me enfoqué a lo mío”.
Como ópera prima, Hugo Félix Mercado se plantea un hueso duro de roer que tardará por gestarse ante circunstancias verdaderamente impredecibles.
“Cygnus crece y se desarrolla a través de diferentes momentos. No hay un instante en particular en el que decidimos: Vamos a hacer Cygnus. Hacia el 2005, compartía con Carlos Alvahuante, escritor y guionista, el deseo por lograr un cine diferente al que normalmente se hace en México, tanto en temática como en forma. Queríamos una historia que involucrara un telescopio óptico. Hasta ese entonces, tenía una idea de su funcionamiento gracias a mi participación como aficionado en un club de astronomía. Así, con el apoyo de algunos científicos de la UNAM, de Universum, llegamos a una primera historia, Criósfera. Sergio de Régules, Vladimir Ávila y Octavio Valenzuela nos invitaron a conocer un nuevo proyecto que en ese momento se estaba gestando: el Gran Telescopio Milimétrico, GTM. Entre el 2007 y 2008, me acerqué al Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, INAOE, para exponerles el proyecto. Me advirtieron que lo más probable era que mi película saliera antes, pues iba para largo la puesta en marcha del Gran Telescopio Milimétrico”.

Criósfera planteaba una serie de condiciones poco asequibles para las posibilidades reales de rodaje.
“El asunto es que nosotros teníamos una historia compleja, con muchos efectos especiales, bastantes extras; una producción grande en verdad. En consecuencia, se volvió difícil conseguir financiamiento. El tiempo transcurrió y el GTM fue inaugurado por dos presidentes, en momentos distintos. No se concretaba su instalación; tampoco nuestra película. Así de ese nivel. Fue el momento en que el productor, Hugo Espinosa, me planteó: `¿por qué no hacemos algunas adaptaciones para que nos acerquemos más a las características de la industria mexicana? Tratemos de bajarle a los extras, a los efectos´. En fin, platiqué con Carlos Alvahuante para ajustar la historia. No queríamos renunciar a hacer una película de ciencia ficción mexicana ni al Gran Telescopio Milimétrico, pues íbamos a ser los primeros en lograrlo”.
El proceso significó un cambio de timón a Criósfera.
“Decidimos cambiarle el nombre a esta nueva historia, más viable en términos de producción, pero que respetaba la idea de trabajar con un telescopio —el GTM—. Acudimos de nuevo con los expertos del INAOE; por fortuna, procedió una suerte de entendimiento paralelo: para nosotros implicaba entender el conocimiento científico que estábamos involucrando en el guión; mientras que para ellos era desarrollar su sensibilidad y comprensión de que nuestro trabajo era una narrativa cinematográfica, y no un documental de divulgación; por ejemplo: ubicábamos algunos eventos en un tiempo breve; ellos nos apelaban que eso se daba en un periodo de años; tuvimos que utilizar licencias creativas para darle credibilidad. Lo valoro como un proceso muy interesante, divertido y de mutuo respeto”.
El camino quedó trazado para Cygnus.
“Buscábamos un nombre interesante dentro de los parámetros de la ciencia ficción. Un buen día Carlos Alvahuante me advierte: `Creo que aquí tenemos un objeto que nos interesa; hay un sistema, Cygnus X1, es un sistema binario con una estrella enana y el otro un objeto desconocido; algunos dicen que es un hoyo negro, otros afirman que es una estrella de neutrinos, pero no hay seguridad. Debemos apuntar hacia allá´. Nos situamos en Cygnus X1 y así dimos con Cygnus X3, que está al lado, del que se tiene menos información que el primero, prácticamente nada. En cuanto al nombre de la película, Carlos optó por Cygnus X3, pero nos sonaba como a nave espacial. Por eso decidimos suprimirle el X3. Cygnus hace referencia a la Constelación del Cisne, la Constelación de la Cruz del Norte, y ahí es donde se encuentra nuestro objeto de misterio”.

Antes de lanzarse al rodaje y de desplazar la producción hacia Sierra Negra, el guión de Cygnus tuvo un apretón de tuercas por parte de los expertos del INAOE.
“Me acerqué al INAOE con la intención de conocer la Cámara Schmidt, como plan de rodaje. Fueron muy accesibles, pero me confirmaron que el GTM era la locación ideal. Reconozco que fui muy insistente. Como los años transcurrieron, expuse el proyecto a varios directores. Siempre me dieron la bienvenida y se mostraron interesados por el proyecto. Se entusiasmaban ante la idea de realizar una película sobre astrónomos. Acudía cada tres o cuatro meses para que me asesoraran el guión, y siempre obtuve una retroalimentación valiosa. Cuando les di la noticia de que ya tenía el recurso para filmar, nos sentamos y atendimos a todas sus sugerencias respecto a la viabilidad y credibilidad de la historia. Logré compenetrarme con la gente del INAOE; hasta recibí invitaciones para presentar varios cortometrajes, en las Jornadas de Astronomía para Jóvenes o el Taller Guillermo Haro, eventos que organiza el instituto”.

Sin afán de revelar toda la trama del filme, Hugo Félix Mercado nos comparte la siguiente semblanza.
“Cygnus trata sobre un astrónomo mexicano llamado Fabián, un joven romántico que desea utilizar el telescopio para la investigación de una estrella en particular: Cygnus X3. Es una estrella de un sistema binario, compuesto por dos estrellas, una enana blanca más otro objeto del cual no se tiene información. No se sabe qué es. Fabián desea desentrañarlo. Mediante el Gran Telescopio Milimétrico, el más grande de su tipo en el mundo, hasta la fecha, diseñado para escudriñar el origen del universo porque puede dirigirse a más de 13 mil 800 millones de años luz, Fabián se enfoca hacia Cygnus X3, pero registra una señal de regreso que no puede codificar. Al momento se desmaya. Después comparte el incidente con sus compañeros; cuando estos checan el registro, resulta que no hay nada, incluso su material está borrado. Fabián empieza a sospechar de sus propios compañeros, además de que lucha contra el mal de montaña, es decir, ante la falta de oxígeno y la afección cerebral consecuente que se traduce en un desorden de los pensamientos. Aunque sus compañeros tratan de bajarlo para que se restablezca, Fabián se opone en su afán por entender la naturaleza de aquella señal”.
Hugo Félix Mercado siempre mantuvo la responsabilidad para sustentar los elementos científicos dentro de su saga, por lo que buscó asesoría para trasladar el dato duro a la ficción.
“Cygnus es una película de ficción, con elementos científicos en su dimensión apropiada. Una de mis preocupaciones era no exponer cosas que fueran falsas. No me interesaba generar una historia de aventuras que mostrara personajes caminando por el espacio. Quería justificar lo mejor posible cada detalle. Alguien argumentó: hay películas de ciencia ficción que son duras, que realmente se amoldan al conocimiento científico, es decir, utilizan el método científico como base para poder contar sus historias. En mi caso, intenté acercarme a esa perspectiva, pero también atendí a las licencias propias de la ficción y en términos dramáticos. Con el apoyo de los expertos, se establecieron normas para contar nuestra historia. Como director me coloco en el área de la ficción, pero siempre respetando a la ciencia”.
El rodaje de Cygnus abarcó seis semanas; se dedicaron diez días para las escenas en el Gran Telescopio Milimétrico. El crew o equipo de filmación rondó entre las 70 y 25 personas, en orden decreciente.
“Sierra Negra es un volcán con 4600 metros de altura. Filmar a 15° bajo cero es muy complicado, tal y como estuvimos un día. Tiene su parte divertida como aventura, pero también puede ser tortuosa. En mi caso, subí muchas veces a la montaña; me aclimaté a la altura. Ascendíamos y descendíamos a diario, llegábamos antes del amanecer procurando terminar hacia las seis de la tarde, antes de que se fuera el sol. El detalle es que no todo el personal lo aguantó. Eran jornadas largas, pesadas. A varios les dio taquicardia, consecuencia del mal de montaña. El equipo era numeroso y se redujo conforme transcurrieron los días. En conjunto, nuestro ritmo era lento y cometíamos más errores que de costumbre, a pesar de que planeábamos lo más posible. A una distancia de un metro, entre una persona y otra, a veces pasaba una nube y ya no nos veíamos; deteníamos la grabación hasta que las nubes se disiparan. En verdad impresionante”.

Cygnus es una historia que cautivó antes de que se rodara.
“Cuando empezamos a incorporar al talento, en principio se extrañaban e interesaban por la historia. Nos aseguraban que nunca habían hecho algo así y por eso querían estar en el filme. Jorge Luis Moreno estaba muy contento de trabajar en una historia de ciencia ficción. Además, los actores nos acompañaron al INAOE, antes de filmar, donde platicaron con los científicos. Queríamos lograr la mayor honestidad posible al contar la historia. Por supuesto que quedaron impresionados ante la instalación científica más avanzada en México, en cuanto a observación astronómica”.

Hugo Félix Mercado concluye Cygnus con historias imprevistas, detrás de cámara.
“Una secuencia en particular, cuando el protagonista confronta a sus compañeros respecto a la señal de Cygnus, estaba programada para hacerse en 79 planos diferentes; sólo pude realizar 27, por la dificultad de trabajar arriba que ya expuse. Filmé mucho menos de lo que yo deseaba, pero me aseguré de levantar el material esencial para la edición. Cuando me piden valorarla, asumo que el resultado es el que se ve ahí, en pantalla. Califico al producto como muy digno y consecuente con nuestro planteamiento inicial, de producir un filme de ciencia ficción, con una voz propia de México y América Latina”.
Trasladar del papel a la realidad un proyecto como Cygnus, implica remar a contracorriente. Hugo Félix Mercado tuvo que afrontar la falta de visión que se tiene respecto a la producción y divulgación tanto del cine como de la ciencia.

“Es un terreno muy complejo porque, por un lado, el cine mexicano batalla de manera muy fuerte para poder tener ventanas de exhibición, para poder ser distribuido de manera digna. Esto no ha mejorado con los streamings, tal y como se quisiera. Por otro lado, mucha gente no entiende para qué se hace esto. Son dos aspectos que luchan por sí solos para que las películas de este tipo puedan encontrar camino en un mercado globalizado. Tanto el cine mexicano como el cine de ciencia ficción no hollywoodense, comparten el estigma de que ninguno es rentable económicamente. Soy insistente en la postura de que ambos cines (mexicano y de ciencia ficción) se deben de exhibir para que la gente conozca y dimensione su verdadero potencial. Ambos son parte de nuestra libertad”.
Finalmente, Cygnus cumple su ciclo y logra estrenarse ante sus postores iniciales del INAOE.
“El día de la presentación, Raúl Mujica, Director de Comunicación Social del INAOE, expuso: `es el momento en que los cineastas y los científicos juntamos nuestras miserias para poder ser un poco más fuertes´”.
A nivel masivo, Cygnus se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Morelia (México, 2017). En su órbita están los siguientes galardones: Premio del Público Festival de Mórbido (México, 2017); Primer Lugar Festival Internacional de Cine de Ciencia Ficción de Miami (EU, 2019), donde también recibió el Premio a la Mejor Edición para Miguel Lavandeira; Premio para Mejor Película y Premio para Mejor Guión para Carlos Alvahuante en el Festival Internacional de Ciencia Ficción de Berlín (Alemania, 2018); Premio Cthulhu para Mejor Fotografía para Alberto Lee en el Festival Internacional de Cine Other World Austin de Ciencia Ficción (Estados Unidos, 2018).
Explora la orbita de Cygnus de Hugo Félix Mercado
