Dianela Torres a través del universo

Fotos: Dianela Torres

por Alejandro Alonso

Aprecié la pieza Juno (México, 2017) como jurado de una muestra de materiales audiovisuales de la que fui miembro fundador. De inmediato llamó mi atención la factura de este corto sonoro (04:30 min.), cuya narración establecía un puente experimental entre imágenes disruptivas y sonidos fuera de toda convención. Su creadora y artista, Dianela Torres (Ciudad de México, 1991), había tomado la osadía de eliminar voces explicativas y/o narrativas. En su momento, Juno propició mi reflexión sobre lo que se espera o demanda en cuanto a una producción audiovisual sobre temáticas enfocadas a ciencia y tecnología; por supuesto que Juno se inscribía al margen de lo conservador y de las voces de los expertos que dictan el camino a seguir en este terreno; mucho menos se limitaba a ese criterio, vigente, de que la divulgación audiovisual debe construirse bajo los estándares del reportaje y/o documental, únicamente.

Otro detalle que quisiera añadir, Dianela Torres, la causante de tal pillería, era la más joven de los directores/as y productores/as de aquel acervo. También fue la más osada y experimental. El asunto es que debía dar mi dictamen y no dudé en estampar mi voto a favor como la pieza más innovadora del conjunto. Mi sorpresa, que realmente lejos de sorpresa constataba esa postura consecuente con lo convencional como se mide a la producción audiovisual, es que Juno no se había considerado ni siquiera como una pieza para evaluar. Confieso mi vocación cabal por los discursos experimentales en arte, ciencia y cultura. En consecuencia, apelé porque Juno fuera incluida y con el reconocimiento que merecía. Por fortuna Juno caminó. Ahora, a años a la distancia, veo con enorme satisfacción que Dianela Torres ha crecido en su discurso narrativo y su proyección cada vez es más sólida.

Esta cineasta, artista audiovisual e investigadora, egresada de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, FCPyS, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, nos reserva sitio en su espacio de apertura.         

“Soy productora y realizadora independiente. También me dedico a la docencia, investigación y experimentación audiovisual. Fui profesora adjunta en la UNAM y ahora doy clases en la Universidad de Tijuana, CUT. Cubrí prácticas profesionales en el Festival Internacional de Cine UNAM, 2016, y he colaborado en Diario FICUNAM. Recién trabajé en una propuesta cinematográfica muy especial para `Muestra Mínima: Palomas o un árbol en otoño´, Texcoco, 2023; también en un proyecto de investigación teórica del Seminario de Estudios Audiovisuales Transdisciplinarios de la FCPyS-UNAM. En el 2022 iniciamos el Cineclub Revolución en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas UNAM.

Desde 2013, he hecho varios cortometrajes y piezas audiovisuales, con proyección y selección en diversos festivales nacionales e internacionales de cine y video. Adicionalmente he tomado cursos, seminarios y talleres en la Filmoteca de la UNAM, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, MUAC, la Cineteca Nacional, Cinefilias, el Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes, CENART, con el Laboratorio Experimental de Cine, LEC, entre otros. También fui parte de la Tercera Edición de `Salón Abierto: Tecnología Unidad Colectiva´, donde colaboré en una pieza colectiva hecha con leds, Telepressence, México, 2016. Me considero cinéfila y adicta a la cultura audiovisual, soy una espectadora constante. He hecho audiovisuales para diferentes medios, instituciones y empresas; por mi cuenta, me he encargado de realizar piezas audiovisuales con fines expresivos”.

Con Maestría en Cine Documental, en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas UNAM, a Dianela Torres el interés por la ciencia también le viene por la cultura cinematográfica.

“Siempre me ha interesado ver al cine y al audiovisual como un espacio de reflexión, donde se va construyendo el conocimiento. Considero que, a partir de conceptos de distintas disciplinas, se pueden entender muchas maneras para ver al mundo, desde la ciencia hasta la filosofía, y pienso en discursos científicos que vale la pena considerar desde la mirada audiovisual, en relación con el arte”.

Fuera de la fórmula para generar una narrativa audiovisual con temas científicos, Dianela Torres está consciente de los escenarios —convencional y no convencional—, así como las implicaciones que conlleva su transgresión.

“Creo que el reto principal es que se tome en serio al trabajo no-narrativo o no-convencional, ya que estamos acostumbrados a determinada manera de divulgar o difundir la ciencia. Así como hay distintas maneras de ver al cine, también hay formas diversas de acercamiento. El vínculo entre arte y ciencia existe desde siempre. En el cine se suele decir que éste nace como instrumento científico, pero también puede entenderse como un lienzo en blanco usado por los `pintores de la imagen en movimiento´. Como Godard, quien advierte que los primeros realizadores imitaban a los impresionistas y no a los fotógrafos. Normalmente se acostumbra pensar que los audiovisuales sobre ciencia son aburridos, pero creo que en internet existe una gran cantidad de productos que muestran lo contrario y vinculan bien arte y ciencia”.

“Siempre me ha interesado ver al cine y al audiovisual como un espacio de reflexión, donde se va construyendo el conocimiento. Considero que, a partir de conceptos de distintas disciplinas, se pueden entender muchas maneras para ver al mundo, desde la ciencia hasta la filosofía, y pienso en discursos científicos que vale la pena considerar desde la mirada audiovisual, en relación con el arte”.

Dianela Torres

Desde su perspectiva, la ruptura y cohesión tiene que ver con una naturaleza propia, tanto de la expresión cinematográfica como del impulso natural de las ciencias, es decir, un cuerpo siempre cambiante.

“Me parece que es parecido a lo que pasa con el documental, ya que se trata de un género que se transforma y mezcla con la ficción, donde existe también el cine de no-ficción, el cine-ensayo, el cine experimental y musical donde todo se mezcla, hasta la ciencia-ficción. Los discursos científicos ya han sido interpretados en el arte de distintas maneras; los mismos discursos van cambiando durante determinado momento. Es decir, el conocimiento humano se va transformado, la ciencia evoluciona y cambia, en conjunto, con la sociedad y las expresiones artísticas”.

Narradoras audiovisuales como Milagros Várguez o Dulce García, reconocen la motivación hacia las ciencias que les causó su experiencia con espacios lúdicos, durante su niñez. Esto mismo le sucedió a Dianela Torres en plena etapa formativa.

“Recuerdo que, en un trabajo escolar, hace ya varios años, fuimos a grabar a Universum de la UNAM, me llamó mucho la atención cómo se presentaban y construían algunos audiovisuales para el museo. También recuerdo que, en 2016, tomé una clase sobre cine de vanguardia de los años 20. Ahí supe más sobre el cine científico y cómo se vincula con el cine experimental. Entonces decidí buscar material e investigar más al respecto; me nutrí con fuentes diversas. Comencé a trazar, por mi cuenta, una serie de simulaciones de cómo me imaginaba lo que eran las vistas de cine científico, cuestionando un poco también la construcción de su discurso, en general. Así trabajé con postproducción de imágenes grabadas con cámara digital, pero manipuladas y editadas con fines formales específicos. Mezclaba imágenes científicas `de lo real´ —por ejemplo de la NASA— con ejercicios formales e imaginativos a partir de mi óptica. Así logré acercarme a un montaje interesante, en colaboración con el músico Edgar Mondragón, titulado Sincronía, México, 2016”.

Hábil investigadora de los formatos electrónicos, dado que es nativa de la era digital, cohesionó tanto imágenes como archivos enrutados hacia su propio discurso.

“Empiezo a buscar y buscar en los archivos, aquel material que pueda funcionar para un fin específico. Muchas veces son imágenes fijas, la mayoría, entonces trato de manipularlas en edición para darles el movimiento, tono y sentido que necesito. También indago el stock libre en la red y que funcione temáticamente. Tanto en el registro como filmación, siempre prevalece un diálogo con mis propias cámaras”.

Juno, proviene del nombre helénico Hera, atribuido a la diosa virgen de la guerra justa y la sabiduría. Se trata de un asteroide de gran magnitud, dentro del sistema planetario solar.  

“Me interesan los vínculos intertextuales en general. La ciencia como tal retoma mitos, y viceversa. En el caso de Juno, la inspiración partió de una pieza musical de Édgar Mondragón y, sobre ello, le di mi propia interpretación y visión. En este caso y en lo personal, tenía que ver con sentimientos sobre amor, alegría y pasión. Édgar Mondragón también es productor y amigo de la UNAM. Su trabajo consistía en una obra sonora con material de archivo y sonidos procedentes del universo. Me la compartió y así se volvió un audiovisual musical con el nombre de Juno”.

La estructura implícita en esta pieza contiene una serie de replanteamientos en cuanto al tratamiento lineal que se establece, por convención, en una producción audiovisual, por ejemplo: un elemento que siempre se considera indispensable es el guión. Éste también salió de la órbita trazada por Juno.

“Normalmente parto de ideas, imágenes y momentos. Voy en la marcha audiovisual, por decirlo de una manera, a veces con escaleta o en pleno montaje. El guion como tal es una herramienta que no siempre funciona con mi método de trabajo. Aclaro, sí llego a requerir guiones y hacer uso de ellos, pero no para estas piezas en específico”.

En la monumental e icónica obra, El hombre de la cámara (Rusia, 1929), de Tziga Vertov, se lleva a un grado de excelsitud una narrativa sin voces; siempre he pensado que Vertov trasladó Las novelas de San Petersburgo, de Nicolai Gogol, a esta obra magnánima. Es un ejemplo digno de cátedra de cómo se puede exponer un momento histórico y el avance tecnológico de toda una época, sin discurso verbal. Es el emblema de un cine silente o mudo que logrará estamparse en la memoria cultural del siglo XX. Dianela Torres explotó este potencial que para muchos es cuestión añeja, y poco redituable para la divulgación audiovisual de manera convencional.

“El cine que me interesa es el que se sirve del lenguaje audiovisual, como tal y no por el protagonismo de una voz. En este sentido, me interesa mucho el uso musical y ambiental más que narrar o explicar todo a partir de una Voz en Off (locución). De esa manera, prefiero colaborar con artistas enfocados a la electrónica, como con Enmossed —sello musical de Estados Unidos—. Además, las imágenes que trabajo funcionan mejor en este planteamiento. Me interesa más la forma cinematográfica, la experimentación y la exploración formal, aunque no estoy negada al uso de voces de diálogo o locución. Esto depende del proyecto a seguir”.

La postura planteada no es un mero capricho, obedece a un deseo ex profeso en pos de la apertura de formatos.

“Permite mayor libertad creativa. Me interesa mucho el cine musical y el vínculo que tiene con el cine experimental. El montaje rítmico y musical me motiva, incluso en un sentido similar al de la teoría del montaje de Einsestein, cuyo trabajo me atrajo desde los primeros semestres de la universidad; hasta traté su teoría en mi tesis de Licenciatura, La estrella negra de la audiovisión, UNAM, 2019. Muchos de mis trabajos los veo como ejercicios formales en transformación. Nada es perfecto. En 2019 terminé una película de cuarenta minutos, Mudar de sueños, México, misma que se presentó en la Cineteca Matadero Madrid, España. Acabo de estrenar el corto Monte Tláloc, México, 2023, en diversas sedes: en la Cineteca Nacional como parte de Ambulante y Black Canvas Festival de Cine Contemporáneo, así como en el `Coloquio Internacional de Cine y Filosofía: Entre el Trance y la Deriva´, en La Cueva y el Centro de Cultura Digital. Estos últimos trabajos siguen la misma línea de lo que he trabajado, aunque considero que contienen más solidez formal y están mejor conceptualizados. Van del cine de no-ficción al musical. Así es como lo valoro”.

Volviendo a Juno, estas son algunas de sus líneas de ensamblaje.

“Empezó con mucho material que tenía guardado y quería usar para explorar formas y sensaciones imaginadas de un asteroide; se trazó en conjunto con archivos de la NASA. No todo es apropiación ya que gran parte del material se grabó con una Canon DSLR; otros fragmentos son de celulares “chafas” y de una cámara Go-pro, pero el trabajo principal está en el montaje y la post-producción; la forma y el sentido se dio a partir de los experimentos, por ejemplo: hay imágenes de piel sobrepuesta a la luna. Entonces, se hace una síntesis de diversas fuentes de acuerdo a mi interés. Es el caso de un corto de no ficción con material que registré durante catorce años, con siete cámaras distintas. Se llama 03:16, México, 2016, y está inspirado en el cine-ojo de Vertov —en el sentido de que intenté dejar que el material mismo guiara la verdad y ritmo de la película—. Normalmente busco en mis referentes lo que quiero hacer. Nada lo saco de la nada; tengo muchas influencias siempre presentes. Todo ya está hecho, pero hay maneras de representarlo de manera diferente, resignificar y crear cosas distintas”.

En lo personal, considero que Juno posee una narrativa fuera de canon, disruptiva, que se vale de discursos experimentales del Siglo XX para aplicarlos de una manera renovada. Lo interesante y dado que busqué a Dianela Torres con el pretexto de narrativa audiovisual, es que ella difiere de este último concepto en cuanto a su propio trabajo.

“Busco el plano no-narrativo del audiovisual. Planteo sensaciones, exploraciones formales y la expresión de atmósferas imaginarias. Si existe narrativa, como tal, me parece que es válida la interpretación que se le quiera dar. En cuanto al estilo, éste es una síntesis de mis ejercicios pasados, experiencias y la práctica desde que empecé a realizar audiovisuales. Mucho es lúdico e intuitivo, tanto con la cámara como la edición para generar algo que está ya en mi cabeza, de alguna manera. Sueños, ideas y conceptos, por ejemplo: pienso en Stan Brakhage, pero también en Space Odyssey de Kubrick o simular un viaje a otro tiempo-espacio; también hay inspiración del cine de Apichatpong Weerasethakul”.

Dianiela Torres asume al conocimiento como intrínseco de la creatividad.

“La intuición y la imaginación son elementales para todo proceso de conocimiento y de investigación. Por eso me gusta pensar que también estoy investigando al crear, porque tengo que leer y ver lo que ya existe para poder generar conjeturas o ideas que inspiren lo que hago. Cuando aprecio en pantalla algo que me mueve fuertemente, me queda el deseo de lograrlo con mi trabajo”.

Además del banco generoso de información que la NASA abre libremente, el olfato de Dianela Torres rastrea tanto al cine de antaño como la música electrónica.

“Estoy con Philip Maier y Michel Chion, pero sobre todo con Mary Ellen Bute, Godard, Buñuel, Varda, Einsestein, Vertov, Hito Steyerl, Shirley Clarke, Maya Deren, Teo Hernández, Jodie Mack, James Benning, cineastas experimentales mexicanos actuales que hay muchos como Azucena Losana, Elena Pardo, Marcela Cuevas, Bruno Varela, Pablo Escoto, Colectivo Los Ingrávidos y muchos más. Soy fan de Pearl Jam, Bowie, The Who, música ambiental y electrónica. Hay muchos nombres en mi mente”.

La experimentación de la mano de la creatividad y el conocimiento, es un camino sin punto finito.

“No dejo de explorar y experimentar con los lenguajes audiovisuales. Me inspiro en una tradición de cine experimental, nacional y extranjera, que me parece un mundo sólido (aunque parezca lo contrario) que va de la teoría a la realización. El cine siempre ha sido experimental. En cuanto a mis hábitos, veo mucho cine de todo tipo. Me gusta el cine narrativo, pero sobre todo el no-narrativo. También aprecio cine mexicano, tanto viejo como contemporáneo, no sólo experimental. En específico, trato de trabajar con conceptos que puedan inspirarse desde cosas personales, sensaciones, emociones y momentos específicos de mi vida, hasta libros, exposiciones, películas y clases. Escuchar música es clave en mi ejercicio”.

Actualmente, el trabajo de Dianela Torres tiene reconocimiento y proyección, en América, África, Asia y Europa, gracias a varios festivales y muestras —Ann Arbor Film Festival, MATADAC, L’Alternativa, LOOP Barcelona, Doc Buenos Aires, Shorts México, Festival ECRÃ Brasil, DOBRA Festival Internacional de Cinema Experimental— así como en universidades, museos y exposiciones de arte contemporáneo —University of Colorado Boulder, Counterpath Denver, Bauhaus-Universität Weimar, Late at Tate Britain, Arebyte Gallery London, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, Espacio Pla—. Entre 2020 y 2022, recibió varias menciones en la revista Sight & Sound del British Film Institute en su publicación “The best video essays”.

Su proyecto actual es un largometraje de no ficción en proceso, que reflexiona sobre el paisaje interior y exterior en México, particularmente en la CDMX y Texcoco, Estado de México.

Esta amante de los gatos que anda en bicicleta y acumula libros, nos regala su consigna de vida:

“Promuevo que la gente también se anime a explorar y ver otro tipo de proyectos audiovisuales, no necesariamente perfectos o narrativos. Es una satisfacción compartir el trabajo de los cineastas que me interesan, así como mi obra y tener la oportunidad de verla proyectada en una sala de cine”.

Sigue la órbita experimental de Dianela Torres:

Juno: https://vimeo.com/202558509

Encima de tu ausencia: https://vimeo.com/543911785

Out: https://vimeo.com/827160491

Night Fragments: https://www.youtube.com/watch?v=qLzv9fSuMfA

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